Desde que se adquiere un coche nuevo hasta su baja definitiva suelen pasar entre 10 y 15 años, según el uso que se le exija. Y aunque en ese periodo cambie de dueño, seguir algunos consejos puede alargar su vida en bastantes miles de kilómetros, conservándolo en buen estado y aumentando así su valor residual si se decide venderlo. La compra de un automóvil es la segunda inversión de las familias por detrás de la vivienda y como tal habrá que procurar rentabilizarla al máximo.
¿Cómo conseguir que mi vehículo dure más?
Un coche con más de 150.000 kilómetros ya se considera candidato para ser renovado, pero si se trata bien puede mantenerse en un estado saludable a los 200.000 kilómetros o incluso superar los 300.000 sin mayores problemas. Estos son los seis consejos básicos para conseguirlo:
Realizar un buen rodaje
Aunque los coches modernos disponen de mecanismos de protección electrónica y de una mecánica más ajustada y precisa que sus antepasados, conviene respetar el periodo de rodaje indicado por el fabricante. Los acelerones violentos o circular durante mucho tiempo a regímenes elevados puede afectar la vida del motor. Ser cuidadoso y evitarlo durante aproximadamente los primeros 3.000 kilómetros garantiza menos averías y desgastes futuros.
Evitar la oxidación
Los tratamientos actuales de protección evitan la corrosión durante mucho tiempo y algunas marcas lo garantizan más allá de los 10 años. Pero el cuidado de la carrocería no estará de más para preservarla antes de que aparezcan indeseados puntos de oxidación. Sobre todo si se reside cerca de la costa o en zonas donde se registren bajas temperaturas.
El exceso de humedad, el salitre del mar, la propia sal que se expande sobre la calzada para evitar que se formen las placas de hielo o simplemente la suciedad y el barro que se va acumulando en los bajos del automóvil aceleran el proceso de corrosión del acero. Un correcto lavado periódico y un encerado de la pintura de vez en cuando conservarán la carrocería como nueva durante muchos años.
En la sombra si es posible
Los principales factores naturales que degradan la pintura del automóvil son el sol y las temperaturas extremas. En verano es conveniente estacionar en un lugar sombreado y cuando no se utilice el coche será mejor resguardarlo en un garaje. La pintura y las juntas de goma se conservarán en buen estado mucho más tiempo que si permanece a la intemperie.
Cambiar el aceite
Los motores y los lubricantes modernos han reducido mucho este apartado del mantenimiento general. No obstante, aunque los periodos entre cambios de aceite se hayan dilatado en el tiempo, es vital para la conservación del motor cumplir con rigor lo recomendado por el fabricante. El motor funcionará con mayor soltura, menor desgaste y su refrigeración será mejor.
Revisiones y niveles
También el automóvil alargará considerablemente su vida útil si es debidamente mantenido en el taller y si se vigilan con periodicidad sus niveles de líquidos (refrigerante, hidráulicos…) que garantizan un correcto funcionamiento de la mecánica y que al bajar de su nivel correcto pueden anticipar alguna indeseada avería antes de que ocurra.
Conducir bien
Practicar una conducción que preserve la mecánica es fácil y recomendable ya que también aportará mayor seguridad y comodidad a los ocupantes. Evitar las brusquedades al acelerar, frenar o girar desgastará menos los órganos del automóvil y a la vez ayudará a consumir menos combustible, emitir menos contaminantes y mantener un mayor margen de seguridad en la circulación.
Y cuidado con los diésel. Suelen ser más duraderos que los de gasolina, pero a condición de no exigirles nunca hasta que no alcancen su correcta temperatura de funcionamiento: los acelerones en frío reducen de forma drástica la vida de este tipo de motores.